Con los años la DGT ha
ido incluyendo en sus spots publicitarios las emociones para que el receptor
del anuncio se sienta más identificado con la situación, ya que suelen
representar situaciones cotidianas por lo que el receptor se puede identificar
mejor con el personaje o personajes del
anuncio.
El uso de las emociones
hace que el receptor al sentirse más identificado con la situación se ponga en
el lugar de los personajes y empatice más con el mensaje del anuncio, lo que
hará que tenga más precaución durante el periodo en el que recuerde el spot.
Como pone en La educación como industria del deseo
«la mayor parte de la gente se mueve por las emociones. Son pocos los que se
mueven por la ideas», con este concepto se enfatiza que la gente se siente más
identificada a la hora de ver un hecho emotivo que un hecho lógico, porque
todos nos dejamos llevar en algún momento.
La publicidad
representa el deseo de tener algo y de tenerlo en el momento. La publicidad
hace que la gente tenga el deseo de consumir.
Como ocurre con la DGT
la publicidad se ha dado cuenta de que puede llegar más fácilmente al
consumidor si lo hace a través de las emociones como sucede en casi todos los
anuncios actualmente.
Sin embargo, estamos
tan saturados de anuncios, que nos llegan por todos lados y hasta algunos
llegan a pasar desapercibidos, no nos damos cuenta de que es un anuncio y que
no, que se ha creado lo que se conoce como el yamiké. Esto hace que gran parte de la población, saturada por la
gran cantidad de anuncios, todo el marketing y todos los anuncios pasen sin tan
siquiera afectarles a esta parte de la población ya que no hace caso de nada.
Esto es algo malo ya que no solo afecta a la gente en la publicidad sino que
también se ve afectada, por ejemplo gente joven, en los estudios o a la hora de
ver una película o leer un libro porque no les interesa ya nada.
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